Para Dios la ofrenda de Jesús es suficiente. Por medio de esta, no sólo podemos restablecer nuestra relación con Dios, si no que también, el castigo que pesaba sobre nosotros, (y es que deberías morir y estar sin Dios por toda la eternidad) este ha sido quitado.
Jesús nos dejó ver que Él es mucho más poderoso que el reino de las tinieblas y de la muerte. Así también la relación con Dios continúa tan pronto como morimos en nuestro cuerpo. Lo cual significa que nosotros en Jesús somos iguales. Jesucristo dio su vida por sus seguidores, y por lo tanto también por todos los creyentes y también les dio la comisión de actuar con poder sanar a los enfermos, personas endemoniadas y aún más: resucitar a personas muertas. Y para eso Dios nos da dones espirituales del Espíritu Santo a disposición. Cuando nosotros trabajamos con estos dones, estos los debemos utilizar en una buen y equilibrada armonía en el Espíritu Santo. No todos los que tienen una relación con Dios reciben (automáticamente) un don del Espíritu.
La gran miseria de este mundo llegará en un momento dado a su fin. Y esto sucederá cuando Jesús regrese y todas las cosas vuelvan a ser nuevas. No habrá muerte, ni tristeza, ni dolor ni angustia más.
Dios ha hecho todo para evitar que nosotros vayamos a infierno. Si nosotros solamente escogemos el guiar nuestra propia vida, ésta será en realidad nuestra propia decisión. Y esta será respetada por Dios. El sol alumbra tanto para los creyentes como para los in-conversos. La relación con Dios es una relación de amor, y ésta tú no la puedes forzar. Pero eso si es bueno el saber, de que si nosotros escogemos el vivir una vida sin Dios, esta es una decisión que nosotros hacemos para siempre y hasta la eternidad definitivamente. Nosotros también escogemos, que recibimos ahora todas aquellas cosas preciosas de Dios sin esfuerzo alguno.