Como víctima o familiar de una víctima de un delito, no ocurre simplemente que seáis amigos íntimos años después. Con Dios, esto es completamente diferente. Quiere darse a conocer a través de la Biblia. Él, el Hacedor y Rey del universo, el más alto poder espiritual, quiere adoptarnos como hijos. Quiere establecer una conexión con nosotros, tan estrecha como en un matrimonio. Si lo permites, Él quiere guiar tu vida a través del Espíritu Santo. En la oración, podemos abrirle nuestros corazones, pedirle que venga y habite en nuestros corazones a través del Espíritu Santo y nos renueve por dentro, pedirle que nos ayude a seguirle y obedecerle, pedirle que nos enseñe a leer y entender de la Biblia y poner nuestras vidas en Su Mano. También podemos dar gracias a Dios porque recibimos fuerzas para convertirnos en hijos de Dios. Desde la relación con Dios, Dios quiere cambiar nuestro pensamiento (deseos) y acciones (elecciones) a través del Espíritu Santo. Como resultado, empiezas a considerarte cada vez menos importante y Dios y las personas que te rodean se vuelven cada vez más importantes. Cuanto más te conectas con Dios, más libre te vuelves de las adicciones y más quieres comprometerte con los que te rodean. Llegas a apreciar las normas de Dios que al principio te resultaban conflictivas y opresivas y quieres vivir según ellas.